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Publicado 13/11/2012 16:00:28

Productividad agrícola disminuyó un 32 % en una década producto de la desertización

Un informe elaborado por la Unidad de Diagnóstico Parlamentaria de la Cámara de Diputados, explicó que producto de la desertificación, entre otras causas, la productividad agrícola en zonas de Chile sujetas a este fenómeno, disminuyó su crecimiento de 2,8% entre 1984-1997, a sólo 0,9% entre 1998 y 2005.

Un informe elaborado por la Unidad de Diagnóstico Parlamentaria de la Cámara de Diputados, explicó que producto de la desertificación, entre otras causas, la productividad agrícola en zonas de Chile sujetas a este fenómeno, disminuyó su crecimiento de 2,8% entre 1984-1997, a sólo 0,9% entre 1998 y 2005.

Según dio a conocer el informe, la desertización y la desertificación son regresiones ecológicas paulatinas de las que empezamos a entender su magnitud y consecuencias. La primera es provocada por cambios climáticos naturales que acentúan la aridez, tales como la disminución de la precipitación o el aumento de la temperatura. La segunda, es originada por actividades humanas inadecuadas, como el sobrepastoreo, la repetida rotura del suelo que conduce al agotamiento de la fertilidad, a la oxidación de la materia orgánica y a la erosión, e inclusive a la destrucción de la vegetación leñosa para cosecha de leña en tasas superiores a las de reposición natural.

A nivel mundial se ha constatado que en los pasados 100 años, aumentó significativamente la temperatura promedio (+0,8° C), el nivel del mar (+200mm) y disminuyó la cobertura de nieve (-3 millones de km2), por lo que el volumen total de agua dulce disponible también se redujo. Se atribuye gran incidencia en estos cambios, a variaciones en la química atmosférica, que provocan el efecto invernadero, así como a eventos naturales cíclicos como los fenómenos del “Niño" y la "Niña”, que afectan cada vez con mayor intensidad el Pacífico Sur, alterando la pluviometría continental. Todo esto debido en parte al sostenido incremento de las diferencias de temperatura entre la tierra y el mar.

Lo preocupante es que de continuar la actual tendencia, en los próximos 100 años se anticipan cambios en la temperatura superficial de la atmósfera de 1,4 a 5,8°C. Lo que generaría variaciones climáticas drásticas, es decir, fuertes precipitaciones, inundaciones, olas de calor y sequías, además de aumentos en el nivel del mar entre 8 y 88 cms.

En lo que respecta a Chile, la desertificación es un fenómeno que avanza a pasos agigantados. El proceso global de la desertificación estaría afectando una superficie aproximada de 47,3 millones de hectáreas, lo que equivale al 62,3% del territorio nacional, correspondiente principalmente a la mitad norte (I a VIII Región) y a la zona austral del país (XI y XII Región).

El fenómeno se expresa con mayor magnitud en las siguientes macrozonas agroecológicas: la Precordillera de la I y II regiones, la faja costera de la I a la IV regiones, las áreas ocupadas por las Comunidades Agrícolas de la III a la IV Región, el Secano Costero de la V a la VIII Región, la precordillera andina de la VI a la VIII Región y las zonas degradadas de la XI a la XII Región

Ahora bien, fuera de ser un fenómeno negativo desde el punto de vista ambiental, también genera altísimos costos al Estado, afectando a 1,5 millones de personas y contribuye a la migración anual del 3% de la población en las zonas afectadas. En la escala nacional, como las exportaciones agropecuarias y forestales de Chile superan los 12.000 millones de dólares anuales, por cada 1% de disminución en la capacidad productiva del territorio, se pierden permanentemente unos 120 millones de dólares en el PIB, pérdidas que recaen primordialmente en las áreas rurales más pobres.

En efecto, la pérdida de fertilidad de los suelos se traduce en menores cosechas y producción ganadera. La precarización de la vida campesina potencia la migración campo-ciudad, con lo que se engrosan las filas de trabajadores no calificados y los cordones de pobreza en torno a las grandes ciudades.

Asimismo, el daño a la biodiversidad es otro de los puntos conflictivos que arrojó este informe, puesto que Chile posee unas 5.739 especies vegetales, de las que el 88% son nativas y casi el 46% exclusivas del territorio (endémicas). De estas, unas 800 especies tienen algún uso económico como alimento, medicina y materiales diversos. Unas 11 de las 12 ecorregiones de Chile tienen problemas de conservación del patrimonio biológico. Esto originado en problemas de sobreuso, extracción de especies, fragmentación de los ecosistemas e introducción de especies exóticas invasivas, entre otros. Estudios de CONAMA han estimado que unas 826 especies de plantas y animales de alto valor económico o patrimonial se encuentran amenazados.

En ese sentido, las consecuencias más latentes de la desertización, son el uso de la tierra, entendiendo que en los últimos diez años se verifica un significativo aumento de las áreas habitacionales e industriales, mismas que en el valle central ocupan las tierras agrícolas mas fértiles, disminuyen las áreas cubiertas por nieves y glaciares y los cuerpos de agua y las praderas y matorrales y los terrenos agrícolas.

Otro efecto negativo es la erosión, y es que a pesar que la superficie total de Chile continental es de 75,6 millones de hectáreas, parte importante de esta superficie está constituida por suelos improductivos, desde el punto de vista agrícola y forestal (desiertos, campos de hielo y aguas interiores). Y la disponibilidad de agua superficial. Si bien, Chile es un país con abundantes recursos de agua, hay un fuerte desequilibrio geográfico entre la localización de los recursos y la población. La región central y norte, deficitarias en agua, concentran el 65% de la población del país. El caso más extremo se presenta en las regiones de Antofagasta y Atacama con 52 y 208 m3/habitante.

En conclusión, se estima que el desierto avanzará de 0,4 a 1 Km por año, teniendo como principales causas los cambios climáticos naturales que acentúan la aridez del territorio, así como las actividades humanas inadecuadas y persistentes, el sobrepastoreo, la repetida rotura del suelo que conduce al agotamiento de la fertilidad, a la oxidación de la materia orgánica y a la erosión, todas fuentes de desertificación. Entre otras causas, las consecuencias han sido la disminución en un 32% de la productividad agrícola en menos de 10 años.

En este enlace el informe de la Unidad de Diagnóstico Parlamentario